La crisis de los 30



Mi vida antes de los 30. 


A los veintilargos lo escuchabas de fondo y pensabas: "qué chorrada, eso no me va a pasar a mi". Sin embargo, amigos y amigas, existe. A los 30 te llega la prisa vital por cumplir tus sueños de juventud. Esto suele resultar en cambios de trabajos (a veces varios, sucesivos), rupturas de pareja, tintes de pelo y/o puestas de tierra por medio. Sin olvidar las míticas bodas e hijos sorpresa. 

He aquí mi humilde consejo en cada área para esta etapa vital:

1) Amore: seamos realistas: los corazones ya no tienen tanto crédito como antaño. Hay cicatrices e impaciencia, pero aún ganas de querer. El mayor peligro es pasar de ser una ONG del amore a una almeja sellada que curra de lunes a viernes y desfasa el sábado. Vamos a ver, punto medio y sin desesperación. 

2) Trabajo: aún somos demasiado jóvenes y con pocas cargas como para lapidarnos en un trabajo que no nos gusta. Si no estás feliz, si no te sientes realizado, búscate la vida y cambia hasta que encuentres algo que te emocione mínimamente. El tiempo es sagrado y pasamos una gran parte de nuestras vidas trabajando. Es de perogrullo: si no lo haces, en unos años te parecerás a la orda de zombies de The Walking Dead

3) Bodas e hijos locos: solo os pido un poco de decencia para con esos niños que están por nacer. Estáis todos fatal del coco y con vosotros mismos, analizad cómo preservar a esos niños de la impúdica Pocilga en la que nadamos. Y a las bodas..., por favor, seguid invitándome. 

El objetivo del post de hoy es recordarte que: no estás sola, amiga, estamos todas en la Pocil, luchando contra una edad intermedia de viejovenismo e intentando dilucidar qué carajo de camino escoger. Mal de muchos, consuelo pocilguero.